07 Dec
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Montevideo asistió a una noche histórica. Lali Espósito, nuestra artista más global, aterrizó en la Rambla de Punta Carretas y dio un recital descomunal. Fue, sin dudas, el show más grande que la argentina haya montado jamás en Uruguay. Olvídese del Antel Arena, esto tuvo otra escala, otra magnitud. La gente, miles de cuerpos apretados bajo un calor de diciembre, saltó, bailó, vivió una euforia colectiva.

Lali ya tocó para multitudes en ese mismo escenario antes, sí, pero aquella vez fue parte de un festival con otros artistas. Esta vez, sin embargo, la convocatoria fue solo suya. Los uruguayos pagaron sus entradas (y no fueron baratas, créame) para ver solo a ella. Y ella cumplió. 

El Río de la Plata sirvió de telón de fondo para esta fiesta que la misma Lali definió como “la verdadera fiesta del pop”. No es una banda de rock, no, pero tiene el ímpetu y la electricidad de un pogo. Lali, con su banda y su crew de bailarines, desata una energía tremenda. A las nueve y cinco de la noche, vestida de negro total y sombrero, apareció en lo alto del escenario. El grito del público, atronador. 

El comienzo fue un bombazo: “Locura”, “Sexy” y “2 son 3”. De inmediato, la estrella argentina desplegó esa sonrisa inconfundible, la misma que conocimos cuando era solo una niña en Rincón de Luz. Luego, enlazó éxitos como “Tu novia II”, “N5” y “Obsesión”. La energía nunca bajó. Lali usa varios cambios de vestuario. Vuelve al escenario con un vestido corto y blanco, botas militares, puro estilo. 

Su último disco, el aclamado No vayas a atender cuando el demonio llama, marca un quiebre, una madurez. Es más rebelde, más rockero. Y lo presenta con el mismo desparpajo que utiliza para posicionarse en causas sociales. Por ejemplo, en “¿Quiénes son?”, con traje y camisa, puso una cara de burla al cantar la parte que alude a las acusaciones sobre su trabajo. Se ríe de la polémica, transforma la agresión en arte pop. 





🌟 La sorpresa: Lali y la “Muñeca Brava”


El rumor existía, Lali lo alimentó en varias entrevistas: habría una sorpresa importante, algo que la ponía "nerviosísima". La audacia siempre fue una marca de la casa. Cierra el año con un récord de shows en el estadio Vélez. Se atrevió a versionar un tema de Los Redondos. Cualquier cosa parece posible con ella. Pues bien, la sorpresa llegó, y fue mayúscula. 

Después de “Soy”, ese himno queer que celebra la libertad y la identidad, con drag queens uruguayas invitadas en el escenario, la energía estaba a tope. Lali se tomó un momento. Dijo que haría un homenaje. Y entonces, irrumpió en escena Natalia Oreiro. Con un vestido rojo furioso, la uruguaya más argentina se unió a Lali. El público millennial, que creció con las dos, enloqueció. Juntas, las “morochas del Río de la Plata”, cantaron dos clásicos inoxidables: “Cambio dolor” y “Tu veneno”. Fue un doble golpe de nostalgia pop, un momento de comunión espectacular. 

Dos artistas que tienen mucho en común: empezaron jóvenes en la televisión, comparten un carisma sublime, una pasión por la actuación y la música, y un rol como referentes de la cultura LGBTQ+. El encuentro terminó con elogios mutuos y un beso, sello de una noche épica. 




🎶 Repertorio y Cierre a tope


Lali presentó el tour de No vayas a atender cuando el demonio llama con un montaje mucho más robusto. Usa una estructura metálica con luces que da un aire industrial, rockero, lo cual va muy bien con sus nuevas canciones. Se apoya en una banda sólida y en su capacidad de dominar el escenario. Hay momentos de alto voltaje, por supuesto, como cuando baja a la valla en “Motiveishion” y arenga a saltar. Pero también hay espacio para la sensualidad, como su lap dance en “Ahora”. 

El show recorrió todo su último álbum. Ofreció un primer bloque de pop-rock explosivo. Luego, un segmento que muestra su maduración, con temas como “Obsesión” y “33”. Después, el foco pasó a lo irreverente, antes de convertirse en una discoteca electropop



Hizo corear “Boomerang” y “Ego”, canciones de su disco Soy, que reflejan la búsqueda de su propio sonido. En la parte final, el encore, con una remera que rezaba “Tu popstar fav”, llegó el cierre: “Pendeja”, “Payaso” y la que considera la canción más importante de la noche, “No me importa”. Un tema que resume su esencia: “Nunca fui lo que querían de mí y no me importa / Siempre están los que estuvieron ahí, el resto sobra”. 

Esa frase es la clave del fenómeno Lali. La reivindicación de la identidad. La artista lleva más de dos décadas de carrera. Aprendió el oficio en la “escuela” de Cris Morena, se formó como una profesional completa: actúa, canta, baila. Hoy, con treinta y cuatro años, alcanzó la cima de su carrera. Esto no es casualidad. Ella se tomó un respiro, pensó qué quería decir, y volvió con una certeza brutal. 

Al final, cuando los fuegos artificiales saludaron el cierre, el público se fue con los ojos brillantes. Amigos abrazados, gente sonriendo. Una felicidad que solo da la conexión en un recital. Lali Espósito logró hacer lo que canta: ser todo lo que quiere ser de grande. Su crecimiento es la confirmación de que la autenticidad, el talento y el trabajo, siempre triunfan. Una fiesta inolvidable a orillas del Río de la Plata.



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