09 Sep
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Manu Fanego se para solo en el escenario del Teatro Picadero con "Le Frigó", la obra que Copi escribió y protagonizó en 1983. Bajo la dirección de Tatiana Santana, el actor enfrenta el desafío de interpretar diez personajes en una propuesta que dura cuatro domingos de septiembre. Es una apuesta arriesgada: traer a Buenos Aires a uno de los autores más viscerales del teatro argentino, exiliado en París desde los años 60. 

La obra llega después de décadas de ausencia en los escenarios locales. Copi murió en 1987 y su teatro siguió siendo marginal en Argentina, país que lo vio nacer pero del que tuvo que irse. Ahora, a través de la Agencia Literaria F&F, "Le Frigó" regresa con la promesa de incomodar al público porteño tanto como lo hizo en París hace cuatro décadas. 

4 funciones, los todos los domingos de septiembre a las 16hs 

en el Teatro Picadero (Enrique Santos Discépolo 1857, CABA), 

con entrada general a $30.000, disponibles en Plateanet o en boletería del Teatro.


Una heladera en el medio del living

Madame L cumple 50 años y no lo acepta. Se retiró de la moda y escribe sus memorias cuando su madre le envía una heladera como regalo de cumpleaños. El electrodoméstico aparece en el medio del living sin explicación. A partir de ahí, todo se descontrola. Madame L entra y sale por detrás de la heladera transformándose en diferentes personajes: su amante, su editor, su chofer, un detective, su psiquiatra, su madre, su mucama.

Es un viaje disparatado hacia la soledad absoluta. Cuando todo parece perdido, cuando ya no encuentra razón de vivir, conoce a un amor especial que la acompaña en el final del camino. La historia funciona como una especie de camino del héroe, pero contado desde la desesperación y el humor negro que caracteriza a Copi. 

Fanego confiesa que al principio sintió rechazo por el texto. "Esto siempre me pasó con Copi y este tipo de escritura. Creo que tiene que ver con lo visceral: estamos tan acostumbrados a vivir entre perfumes y desodorantes que nos desacostumbramos a lo más salvaje", explica. Esa incomodidad inicial se transformó en motor creativo. El actor entiende que Copi escribe desde un lugar políticamente incorrecto, que habla de la fragilidad, la locura y la rabia sin filtros. 


Un trabajo de bordado actoral

 La dirección de Tatiana Santana se nota en la precisión con que Fanego maneja los cambios de personaje. No es fácil interpretar diez roles diferentes en una obra que dura hora y media. El actor transita cada transformación con naturalidad, sin forzar las diferencias pero marcándolas con claridad. Su formación con Guillermo Angelelli, Pompeyo Audivert y Susana Pampín se refleja en el manejo del cuerpo y la voz. 

Fanego define el trabajo como "físico, coreográfico pero también muy sentido". Y se nota. Cada movimiento está pensado, cada gesto tiene su razón. La heladera funciona como elemento escenográfico central pero también como símbolo: es lo que llega de afuera para desordenar una vida que parecía controlada. 

El despliegue técnico es austero pero efectivo. La producción integral de Algán Producciones Escénicas mantiene todo en su lugar sin ostentación. La música y la iluminación acompañan sin invadir. El foco está puesto en el actor y en la palabra de Copi, que es lo que importa. 


El regreso de un clásico incómodo

Santana define a Copi como un autor que "tiene la fuerza de un clásico, de esos autores que le hablan a todos los tiempos, a todos los contextos". Y es cierto. La obra puede resultar cruel o delirante en una primera lectura, pero funciona como espejo de la condición humana. Madame L es todos nosotros enfrentando la soledad, la vejez, la pérdida de identidad. 

El momento histórico parece propicio para el regreso de Copi. Sus temas —identidad, género, salud mental, violencias— resuenan con fuerza en el presente. Fanego lo entiende: "Creo que es un momento para hablar de los temas que aborda la obra". La transgresión de Copi ya no escandaliza como en los años 80, pero sigue siendo necesaria. 

"Le Frigó" es también una reflexión sobre la soledad contemporánea. Como dice Santana: "Todas las personas vivimos y conocemos esa soledad. Le Frigó nos da el espacio para reírnos por un rato de nuestra tragedia cotidiana y sentir que no estamos tan solos como creemos". 



Teatro necesario

La apuesta del Picadero es arriesgada pero necesaria. Cuatro funciones para una obra de Copi pueden parecer pocas, pero son suficientes para recordar que el teatro argentino tiene una deuda pendiente con este autor. Raúl Damonte Taborda tuvo que irse de Argentina para ser Copi en París. Ahora, casi 40 años después de su muerte, su teatro vuelve a casa. 

Fanego asume el desafío con honestidad. No imita a Copi ni pretende recrear la versión original. Construye su propia Madame L desde su experiencia como actor, músico y performer. El resultado es una obra intensa que no concede facilidades al público. Copi nunca las concedió. 

"Le Frigó" funciona como recordatorio de que el teatro puede ser incómodo, visceral, políticamente incorrecto. En tiempos de corrección política y redes sociales, la propuesta de Copi sigue siendo radical. Y eso es precisamente lo que la vuelve necesaria.




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