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¿El último Movistar de Milei? Un show para opas, malhechores políticos y marginados sociales

El último show de Javier Milei en el Movistar Arena fue una mezcla de política y espectáculo que dejó mucho que desear. En un ambiente cargado de tensiones, el presidente argentino presentó su libro La construcción del milagro. Sin embargo, la intención política detrás del evento fue evidente. 

La renuncia de José Luis Espert como candidato a las elecciones de medio término generó un clima de incertidumbre. Milei, en lugar de abordar la situación con seriedad, optó por un formato festivo. Al ritmo de “Demoliendo Hoteles”, subió al escenario con una banda que incluía a figuras políticas como Alberto y Bertie Benegas Lynch. La presentación se transformó rápidamente en un acto electoral disfrazado de show musical. 

La controversia por la reimprenta de boletas también estuvo presente. La imagen de Diego Santilli, su nuevo candidato en la provincia de Buenos Aires, reemplaza a Espert, sospechado de vínculos con el narcotráfico. En medio de esta situación, Milei eligió homenajear a las víctimas del ataque de Hamas a Israel y proyectar un video en el que se presenta como Luke Skywalker enfrentando a Cristina Kirchner. Esta puesta en escena busca reforzar su imagen disruptiva, aunque resulta más superficial que sustancial. 

El evento reunió a varios miembros del gabinete nacional, pero la ausencia del ministro de Economía, Luis Caputo, fue notoria. Caputo se encuentra en Estados Unidos buscando un acuerdo de asistencia del FMI, mientras el país sigue acumulando deuda. Este contraste entre la situación económica y el espectáculo político es inquietante. 

Milei, en su discurso, reconoció a diferentes partidos de La Libertad Avanza y a sus aliados. Una vez más, lanzó su clásico “viva la libertad carajo”, que resuena entre sus seguidores. Durante el evento, también se proyectó un video en el que se abrazaba con Donald Trump, lo que fue bien recibido por su público, muchos de los cuales parecen carecer de un análisis crítico de la realidad. 



Los cánticos de sus seguidores, como “Cristina tobillera”, evidencian la polarización que Milei fomenta. La diputada Lemoine, parte de su banda, cantó “No me arrepiento de este amor”, pero transformada al ritmo del rock, lo que se siente más como un espectáculo que una propuesta seria. 

En una parte del evento, se acusó a ciertos medios de comunicación de estar alineados con la oposición. Esta estrategia de Milei para desacreditar a la prensa refleja su deseo de controlar el relato. En otro momento, pidió por la liberación de rehenes en poder de Hamas, subrayando la conexión con la situación internacional, pero su enfoque sigue siendo superficial. 

Milei también utilizó la figura del exfiscal Alberto Nisman, quien se suicidó en 2015, para ganar apoyo emocional. Este tipo de tácticas resulta cuestionable, ya que busca manipular sentimientos en lugar de ofrecer soluciones. 

La presentación culminó con una afirmación sobre la “batalla cultural” que supuestamente libra. Aseguró que con “las ideas de la libertad” están derrotando a sus oponentes. Sin embargo, resulta difícil tomar en serio esta declaración cuando su discurso se basa en ataques y descalificaciones.



Su pausa para un increible milagro, “bañarse y vestirse de presidente” y la posterior presentación de Agustín Laje, un intelectual de derecha, sólo refuerzan la idea de un líder que se siente cómodo en la provocación. Laje criticó la cultura “woke” y animó a los asistentes a utilizar las redes sociales para apoyar la campaña. Este llamado a la acción se siente más como una estrategia de marketing que un verdadero compromiso por el cambio. 

Finalmente, Milei cerró el evento con un discurso que parece desconectado de la realidad. Mientras Argentina enfrenta serios problemas económicos y sociales, su enfoque sigue siendo el espectáculo. La crítica a los adversarios y la insistencia en que están ganando una “batalla” cultural no abordan las necesidades urgentes del país. 

En pocas palabras y lejos de lo que pudieran esbozar sus seguidores, lo que debía ser una presentación de un libro se transformó en un acto político vacío. La falta de propuestas concretas y el enfoque en el entretenimiento reflejan una desconexión alarmante con la realidad de muchos argentinos. La presentación de Milei es un recordatorio de que en la política actual, el espectáculo a menudo reemplaza la sustancia.