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"Transmitzvah", entre la promesa y la identidad

Daniel Burman, reconocido director argentino conocido por sus obras íntimas sobre la comunidad judía, regresó a la pantalla con "Transmitzvah", una película que prometía explorar la intersección entre identidad de género, tradición religiosa y búsqueda personal. Sin embargo, la obra termina siendo una propuesta ambiciosa que no termina de concretarse. 

La película sigue la historia de Mumy, una cantante internacional que regresa a Argentina tras la muerte de su padre, motivada a realizar su bat mitzvah como una declaración definitiva de su identidad como mujer trans. Acompañada por su hermano Eduardo, emprende una búsqueda que la llevará incluso hasta España, siguiendo los rastros de sus ancestros, en un intento por encontrar un espacio que la acepte tal como es. 



La premisa es prometedora: un viaje existencial que desafía los límites de la tradición religiosa y explora la construcción de la identidad. Sin embargo, Burman no logra profundizar verdaderamente en estos temas. Lo que podría haber sido un drama conmovedor o una comedia inteligente queda atrapado en una zona gris de indeterminación narrativa, donde los personajes parecen más arquetipos que seres humanos complejos. 

El elenco, compuesto por nombres sólidos del cine nacional como Alejandro Awada, Juan Minujín y Alejandra Flechner, no logra elevar un guion que parece más interesado en conceptos abstractos que en la verdadera humanidad de sus personajes. Penélope Guerrero, quien interpreta a Mumy, tiene momentos donde su actuación roza lo plano, sin transmitir la profundidad emocional que el personaje requiere. 

Las decisiones estéticas de la película son cuando menos cuestionables. Las coreografías insertadas parecen más un recurso de relleno que una herramienta narrativa genuina, ocupando minutos preciosos que podrían haberse destinado a diálogos más sustanciales o momentos de verdadera conexión emocional. 



La película juega constantemente con elementos simbólicos: el vestuario de la tienda familiar se convierte en metáfora de la transformación, la música yiddish en un puente hacia la identidad. Sin embargo, estos recursos quedan como meros ornamentos, sin lograr la profundidad que claramente se proponen. 

Burman, quien nos ha regalado joyas como "El Abrazo Partido" o "Derecho de Familia", parece extraviado en este nuevo proyecto. La película comienza como una comedia familiar, deriva hacia un musical superficial y termina siendo un viaje existencial que nunca termina de despegar. Los temas de religión, fe e identidad son tratados con una superficialidad que roza lo panfletario, más cercano a un manual de autoayuda que a una reflexión cinematográfica genuina. 

El viaje a Toledo, que pretende ser el clímax revelador, termina siendo tan forzado como predecible. La búsqueda de Mumy por su ceremonia de Bat mitzvah se diluye en una serie de escenas que acumulan más confusión que claridad. 



No todo está perdido. La película tiene momentos de humor sutil y algunos diálogos interesantes que evidencian el potencial no completamente desarrollado. La representación de la identidad trans está tratada con respeto, alejándose de estereotipos simplistas, lo cual es sin duda un punto positivo. 

"Transmitzvah" es, en definitiva, una película que promete más de lo que entrega. Un intento loable de abordar temas complejos que termina perdido en sus propias ambiciones, sin lograr conmover ni provocar la reflexión profunda que claramente se propone. 

Una obra que quedará como uno de los proyectos menos logrados de un director al que el cine argentino le debe tanto.