En el vasto universo del cine de género, donde los lobos aúllan, los científicos experimentan con fórmulas cuestionables y los héroes intentan salvar el día con más músculo que cerebro, llega *Werewolves* (2024), una película que promete ser un festín de horror, ciencia ficción y acción desbordante, pero que termina siendo un plato tibio y poco sazonado.
Dirigida por Steven C. Miller y escrita por Matthew Kennedy, esta cinta intenta homenajear clásicos como *The Howling* y *Wolfen*, pero se queda a medio camino entre la nostalgia y la innovación, sin llegar a consolidarse como una obra memorable.
Desde el primer fotograma, *Werewolves* nos sumerge en un mundo donde las superlunas han desatado el caos global. No se necesita una mordida para convertirse en licántropo; basta con que la luz lunar toque tu piel. Este planteamiento, aunque no es precisamente original, tiene potencial para explorar temas como el miedo a lo desconocido, la fragilidad humana y la lucha por la supervivencia. Sin embargo, la película opta por un enfoque superficial, más interesado en los efectos prácticos y los momentos de acción que en desarrollar una narrativa sólida.
El elenco, encabezado por Lou Diamond Phillips y Frank Grillo, intenta darle peso a una historia que, en el fondo, es tan ligera como el guión que la sostiene. Phillips interpreta al Dr. James Aranda, un científico obsesionado con encontrar una solución a la maldición de los hombres lobo. Su invento, el “Moonscreen” (sí, como un bloqueador solar pero para la luna), es tan ridículo como suena, pero es precisamente ese tipo de ideas las que podrían haber elevado la película a un terreno más camp y divertido. Lamentablemente, el filme no se atreve a abrazar por completo su propia locura.
Por su parte, Frank Grillo, un habitual del cine de acción, interpreta a Wesley, un exmilitar que se esfuerza por proteger a la familia de su difunto hermano. Grillo tiene carisma y presencia, pero su personaje es tan arquetípico que resulta difícil conectar emocionalmente con él. Su transformación en hombre lobo es, sin duda, uno de los momentos visualmente más impactantes de la película, pero incluso ese giro se siente desperdiciado en un contexto narrativo que no sabe qué hacer con él.
Uno de los mayores problemas de *Werewolves* es su incapacidad para decidirse por un tono. La película coquetea con el horror, la ciencia ficción, la comedia negra y la acción, pero nunca se compromete con ninguno de estos géneros. Hay momentos que podrían ser aterradores, como cuando los licántropos irrumpen en la casa de Lucy (interpretada por Ilfenesh Hadera), pero la falta de tensión y el exceso de clichés diluyen cualquier posibilidad de susto. Del mismo modo, las ideas de ciencia ficción, como el Moonscreen o la explicación detrás de las superlunas, se introducen pero nunca se exploran en profundidad, dejando al espectador con la sensación de que podrían haber sido mucho más.
En cuanto a la acción, *Werewolves* ofrece algunos momentos entretenidos, pero nada que no hayamos visto antes en películas como *The Purge* o *A Quiet Place*. Las escenas de lucha son coreografiadas de manera competente, pero carecen de la intensidad y la creatividad necesarias para destacar en un género ya de por sí saturado. Además, la decisión de mantener el nivel de violencia “tolerable” parece más una concesión a las restricciones presupuestarias que una elección artística, lo que resulta frustrante para aquellos que esperaban una experiencia más visceral y audaz.
En última instancia, *Werewolves* es una película que parece conformarse con ser “suficientemente buena” en lugar de aspirar a ser algo más. Tiene todos los ingredientes para convertirse en un homenaje descarado y divertido al cine de explotación, pero su falta de audacia y su indecisión tonal la condenan a ser una oportunidad perdida. Con un guión más arriesgado, un tono más definido y un mayor compromiso con sus propias locuras, esta película podría haber sido una joya del género. En cambio, se queda en un intento fallido de complacer a todos, sin terminar de satisfacer a nadie.
Para los fanáticos del cine de hombres lobo, *Werewolves* puede ser un pasatiempo aceptable, pero no espere encontrar aquí una obra que redefina el género o que deje una huella duradera. Es, en el mejor de los casos, una película para ver una noche de lluvia, con un bol de palomitas y expectativas moderadas. Y tal vez, solo tal vez, eso sea suficiente.