19 Aug
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El Teatro El Grito presenta hasta el 4 de septiembre las últimas funciones de "Pibitxs del río", el unipersonal que Fabián Díaz escribió a partir de una historia real que sacudió al país en 2020. La obra, que cuenta con la dirección de Iván Moschner y la actuación de Delfina Colombo, recupera el caso de Mauro Ledesma, el joven de 23 años que murió al intentar cruzar a nado el río Bermejo para reencontrarse con su familia durante la cuarentena. 

La propuesta teatral convierte al protagonista en Javi, un hombre que la pandemia separó de su mujer Yani y su hija Lupe. El río Bermejo se alza entre Chaco y Formosa como una frontera líquida que divide familias y expone las grietas más profundas de un sistema sanitario colapsado. Díaz construye su ficción sobre los cimientos de una tragedia real: Mauro quedó varado en una provincia mientras su familia permanecía en otra, víctima de restricciones que convirtieron la Argentina en un laberinto de permisos burocráticos.


TEATRO EL GRITO

Costa Rica 5459


Delfina Colombo asume el desafío de interpretar a Javi con una caracterización precisa que trasciende el cruce de género. Su performance corporal traduce la desesperación de un hombre joven que ve en la natación nocturna su única posibilidad de reunión familiar. La "x" del título cobra sentido en esta elección actoral: no se trata solo de Mauro o Javi, sino de todos los jóvenes que el sistema dejó a la deriva durante aquellos meses de incertidumbre. 

La puesta en escena apuesta por la austeridad expresiva. Fernando Berreta diseña una iluminación que coloca una serpentina luz roja frente al protagonista, metáfora visual de la barrera insuperable que crece en intensidad mientras Javi fortalece su decisión. Mirella Hoijman diseña un espacio mínimo donde los ladrillos simbolizan el hogar convertido en prisión, el refugio que se transforma en ahogo. Marina Baigorria completa el universo sonoro con el rumor constante del agua, presencia omnipresente que anticipa el desenlace. 

El texto de Díaz navega entre la denuncia social y la intimidad de dos jóvenes que solo poseen su amor como capital. La obra retrata el contrabando fronterizo, la complicidad corrupta de funcionarios y el destrato hacia quienes carecen de herramientas para defenderse. La pandemia aparece como catalizador de desigualdades preexistentes, no como origen de la tragedia sino como amplificador de injusticias estructurales. 

"Pibitxs del río" funciona como instantánea de un momento histórico específico. La obra captura aquellos meses de 2020 cuando la sociedad intentaba procesar lo improcesable, cuando el subtexto de la crisis apenas comenzaba a convertirse en texto. Cinco años después, esta urgencia temporal se revela tanto como fortaleza dramática como limitación narrativa: la intensidad de los sucesos reales restringe la posibilidad de examen más allá del lugar común trágico. 

Sin embargo, la potencia del unipersonal reside precisamente en su capacidad para densificar social y subjetivamente un episodio que los medios redujeron a estadística. Díaz invita al espectador a ampliar su percepción pandémica a través de quienes ya habitaban espacios de exclusión antes del virus. La obra trasciende la crónica sanitaria para convertirse en recordatorio de un sistema que descarta a sus márgenes y los condena a nadar contra la corriente. 



El río Bermejo emerge como protagonista silencioso, "muro líquido de Berlín en plena naturaleza salvaje", según describe el propio texto. Cien metros de agua separan a Javi de su familia, distancia que se vuelve abismo cuando el Estado convierte la geografía en frontera infranqueable. 

"Pibitxs del río" confirma que el teatro argentino encuentra en las historias del interior una fuente inagotable de verdad dramatúrgica. La obra de Díaz nos recuerda que en esta pandemia estuvimos juntos, pero jamás fuimos iguales.



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